Gilbert Mungaga y su esposa huyeron de Congo, África después de sentir que sus vidas peligraban. Cuatro años después, la familia Mugana ha encontrado un hogar en Tucson.
“Dejamos mucha de nuestra familia y amigos atrás. Congo tiene un problema, siguen luchando todos los días. Congo no tiene nada de paz. Si hay paz por tres meses, por seis meses habrá combate. Todos los días ese combate mata a gente y ya no nos sentíamos a salvo”.
Hoy, con el apoyo de voluntarios de la comunidad, Mungaga está trabajando en perfeccionar su inglés y obtener un empleo nuevo.
“Aquí tenía empleo en una fabrica, pero lo perdí. Los voluntarios me están ayudando en muchas, muchas cosas: solicitar empleo, aprender inglés y cuidar de todos”.
Desde 1985 al 2014, la población de refugiados reasentándose en Arizona ha incrementado de 1,191 a 2,964. Arizona está clasificado como el 6to en la nación de la llegada de refugiados, la mayoría huyendo de África y del Medio Oriente. En los años entrantes, los oficiales esperan que haya una entrada de refugiados de Siria también. Tucson tiene un largo historial de proveerles a familias de refugiados, y es casa de tres agencias de refugiados afiladas tales como: Servicios Comunitarios Católicos, el Comité de Rescate Internacional y el Servicio Social de Luteranos en el Sudoeste. Organizaciones tales como el Ministerio de Refugiados de Tucson ayudan a establecer conexiones y oportunidades de voluntariado para servir la gran cantidad de personas reasentadas.
“En el momento que llegan aquí son sobrevivientes”, dice Cherie Gray, directora ejecutiva del Ministerio de Refugiados de Tucson. “Y después piensan que van a vivir felices para toda la vida en Estados Unidos. Empiezan a buscar las calles de oro y no las pueden encontrar. Ahí es donde nosotros intercedemos”.
El Ministerio de Refugiados de Tucson (TRM por sus siglas en inglés) intentan inspirar a grupos locales de la iglesia para servir y asistir en cubrir las necesidades de las familias de refugiados locales. Anima a las iglesias a que se involucren en acoger colaboraciones de familias, las cuales ofrecen una oportunidad de estrechar lazos con familias refugiadas que acaban de llegar, a programar visitas y en la ayuda para amueblar departamentos y la compra de comestibles.
“Básicamente intentamos unir un grupo – un grupo de la iglesia, de estudio bíblico o de clases de escuela dominicales – para adoptar a una familia de refugiados por tres meses. Muchas de las veces estos grupos los conocen en el aeropuerto y otras veces los conocen en las casas de los refugiados después de que hayan llegado”, Gray agregó.
Este tipo de asociaciones son significantes para las familias de refugiados cuando se considera el proceso que tienen que tolerar para lograr reasentarse. Eso puede tomar de seis meses a cuatro años para lograrse. Aun después de que todos los pasos se finalicen, solamente 1 por ciento de los refugiados son aprobados para la reasentarse. De ese 1 por ciento, Estados Unidos reasenta aproximadamente la mitad de esos refugiados, según la Agencia de la ONU para los refugiados.
Junto con las asociaciones de Bienvenidas a las Familias, TRM ofrece algunas asociaciones y oportunidades de voluntariado que varían en el nivel de compromiso, incluyendo asociaciones que ofrecen servicios de “baby showers” (fiesta de bienvenida de un bebé) y apoyo en las salas de parto para las refugiadas que van a ser madres por primera vez.
TRM también lanzo un programa llamado Respuesta Rápida. Este programa permite que las tres agencias principales afiliadas contacten a TRM, haciéndoles saber exactamente lo que una familia de refugiados recién llegada necesita. Estas necesidades pueden incluir comestibles, muebles, ropa y artículos para bebés. Las personas que son voluntarios reciben un correo electrónico o un mensaje de texto por teléfono explicándoles las necesidades de la familia de refugiados.
Además de las organizaciones como TRM, la gente de Tucson busca otras maneras de ayudar a servir a la comunidad de refugiados.
Amy Burton y su esposo Jackson, ofrecen su tiempo para ayudar a las familias de refugiados. Burton y su esposo principalmente trabajan con niños. Visitan a varios complejos de departamentos a lo largo de la semana, la pareja pasa tiempo con los niños refugiados en citas para jugar.
Después de pasar una etapa de su vida en África, Burton se le hizo difícil regresar a su vida normal, anhelando esos lazos que hizo fuera del país. Al mudarse a Tucson en 2012, Burton se dio cuenta de la comunidad de refugiados que existía en la ciudad y aprovechó la oportunidad de servir.
“Descubrí que habían muchos refugiados de África y eso fue muy emocionante para mí”.
Cuando, empezaron por ayudar a los refugiados en campamento de verano para niños, los Burtons se dieron cuenta de que no querían deshacerse de los lazos que habían hecho con los niño tan rápido como llegaron.
“Lo de nosotros son las relaciones. Era algo como, no queremos conocer a estos niños, estar con ellos por una semana y nunca volver a verlos. Ahí es cuando empezamos a tener las citas para jugar y a hacer actividades semanales”.
Al establecer lazos y relaciones con las familias, los Burtons participan en varias actividades con los niños refugiados, desde jugar fútbol o saltar la cuerda a pasar tiempo hablando con ellos y ayudándolos con la tarea.
“A mí me encantan los niños en general y muchos de ellos necesitan una gran cantidad de atención y amor porque simplemente no entienden. Así que ver esas sonrisas es algo grande”.
Mungaga ilustra el tipo de lazos que los Burton’s intentan establecer con la comunidad de refugiados.
“Vengo aquí… a América y no tengo ningún familiar. Pero Amy y Jackson son mi familia en estos momentos. Entonces vengo a América y digo que ‘tengo miedo porque no tengo a nadie que conozco’ pero ya no tengo miedo, porque tengo a Amy y a Jackson”.
Shelby Edwards es una reportera para Arizona Sonora News, un servicio de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Arizona. Para ponerse en contacto con ella envíe un mensaje a su correo electrónico: sedwards1@email.arizona.edu.
Traducido por Hiriana N. Gallegos / Editado por Lizeth Castellanos