NACO, Arizona-Sonia Urcadez despertó una mañana de octubre con el sonido de camiones de cemento bordeando la calle en frente de su casa, levantando nubes de polvo que oscurecieron el amanecer y su vista de las montañas de San José. Eran las 6 de la mañana y a cien pies de su casa, acababa de comenzar la construcción del cerco fronterizo.
La Patrulla Fronteriza de los EE.UU. anunció en enero que la parte del cerco fronterizo en Naco sería reemplazada con un muro más moderno en junio. Ese anuncio estaba meses atrasado para los residentes de Naco, quienes habían estado viviendo con la construcción disruptiva desde el octubre pasado. Los camiones de cemento y los trabajadores de construcción habían estado yendo y viniendo siete días a la semana mientras se preparaba el sitio de labor para la eliminación del cerco viejo y el reemplazo del nuevo.
A ninguna de las personas que vivían cerca de la construcción – o en la comunidad misma – se les había preguntado o incluso dicho que se iba a construir un nuevo cerco. La construcción recientemente comenzó en la propiedad de Gerry Eberwein, un agente de policía local.
“La única vez que me dijeron algo al respecto fue el día después de que ya habían construido la fábrica de cemento”, comentó Urcadez. “[Eberwein] me dijo que le avisara si algo me molestaba. Y yo solo torcí los ojos ¿Usted va a silenciar las máquinas? ¿Usted va a venir a sacudir el polvo de mi casa? Digo en serio, ¿Qué puede hacer él?”.
En Naco, actualmente la frontera tiene un sistema de dos cercos con una carretera por el medio – un residuo de un sistema antiguo de cercos que recicló revestimientos de la pista de la guerra de Vietnam como una barrera contra el cruce. Han existido barreras en la frontera por décadas, pero en los últimos 10 años se ha visto un aumento en la expansión de la frontera.
“El muro hace que todos se vean culpables,” mencionó residente que ha vivido toda su vida en Naco, Ramon Tapia. “No estamos acostumbrados a los muros. No nos gustan los muros. No solía ser así.”
Los habitantes de Naco como Tapia y Urcadez se acuerdan cuando no había un cerco, cuando la Patrulla Fronteriza tenía menos presencia aquí. Las personas que cruzaban podían ir y venir más o menos como ellos quisieran. Eso cambió después del 9/11, como también en otras ciudades fronterizas en Arizona y más allá.
Nogales es una de esas ciudades que queda a sólo una docena de millas de distancia y sirve como un ejemplo de los tipos de problemas que ahora enfrenta Naco – así como las consecuencias imprevistas que pueden surgir como resultado de este reemplazo. Éste también tenía el estilo viejo de cerco, que fue reemplazado años atrás con un modelo nuevo de acero de 20 pies de altura.
Nogales, como Naco, es un puerto de entrada para el comercio que fluye dentro y fuera de los Estados Unidos. Es uno de los más grandes en el país y el puerto de entrada preferido para la mayoría de importaciones de los frutos de los EE.UU. que llegan por camión. Esto ha transformado la ciudad en centro de empaque y distribución con un puerto de entrada multicarril masivo.
Por otro lado, Naco no tiene tanta suerte. El puerto ahí está desolado, más parecido a un retén militar abandonado que un puerto de comercio terrestre. Hay apenas un hilillo de viajeros caminando que pasan por ahí. La falta de gente y actividad ha tenido efectos devastadores en los negocios y residentes de la pequeña ciudad fronteriza. La calle principal que corría por el centro de la ciudad hasta la frontera, la avenida Towner, una vez estaba alineada con un taller de autos, un restaurante, un café, un supermercado y una tienda de ropa que atendían a las personas que cruzaban y a los residentes.
Eso fue antes que movieran el puerto de entrada a unas cien yardas al este al final de Towner – donde había estado por décadas.
“Mató a Naco”, exclamó Ernest Rogers, antiguo dueño de un taller de autos. “Antes había cuatro o cinco negocios y era una oportunidad directa a través de la frontera. Ahora no hay ninguno. Yo lo sabría, yo era uno de ellos.”
Roger afirma que el movimiento surgió como resultado del Tratado de Libre Comercio Norteamericano (North American Free Trade Agreement, en inglés), ya que el puerto facilitaría la entrada y salida de camiones desde un punto más alejado de la avenida Towner. Esos camiones – y el comercio internacional que representan – nunca se materializaron en Naco, prefiriendo pasar cerca de Douglas y el puerto de entrada ampliado allí.
Ahora, los únicos camiones entrando por Naco están llenos de cemento y materiales de construcción para el reemplazo de la sección del muro. Esta construcción es producto de la decisión del presidente Trump, respecto a la construcción de un nuevo muro fronterizo entre los dos países.
“Es triste que están desperdiciando todo este dinero tratando de construir otro muro, ya tenemos dos aquí arriba”, dijo Urcadez. “Pero el muro es solo una pérdida de dinero. Ya han derribado uno para reemplazar otro. Y van a poner este, y después lo van a derribar otra vez para poner el muro de Trump o lo que sea que es. Y después dicen que no pueden ayudar a la gente pobre de aquí. Es tan raro”.
El presidente había exhortado la construcción de un muro fronterizo como un grito de protesta durante su campaña, prometiendo que “conseguiría que México pagara por ello”. A pesar de la retórica de su campaña, los EE.UU. ya tiene un sistema de cercos de acero que bordea gran parte de la frontera del sur de Arizona.
“Hay todo un mundo allá fuera, sabes”, comentó Larry Slaughter, un mecánico residente de Naco. “La gente que quiere cruzar, va a cruzar, no sé cómo podrían realmente evitarlo. Hemos derribado el Muro de Berlín, ¿para qué construir otro?”.
Erik Kolsrud es un reportero para Arizona Sonora News, un servicio de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Arizona. Lo puede contactar en ekolsrud@email.arizona.edu
Traducido por: Joane Willey