Triplica la comunidad de refugiados en el estado de Arizona, se diversifica cada vez más

 

Los estudiantes leen y se sientan en contra de una pared en el Centro Al-Faruuq de Tucson. Esta organización ofrece servicios a los refugiados, incluyendo los estudios islámicos y árabes.  Foto por Amer Taleb.
Los estudiantes leen y se sientan en contra de una pared en el Centro Al-Faruuq de Tucson. Esta organización ofrece servicios a los refugiados, incluyendo los estudios islámicos y árabes.
Foto por Amer Taleb.

Arizona ahora recibe el triple del número de refugiados que solían recibir hace casi 20 años, lo cual crea retos en volumen y diversidad para las agencias de reasentamiento.

El Departamento de Reasentamiento de Refugiados ha sido justo en la asignación de fondos a Arizona en los últimos años, dijo Charles Shipman, coordinador de refugiados del estado de Arizona. La tarea clave ha sido adaptar los servicios a un cuerpo cada vez más diversificado.

En 1985, los 1.191 refugiados que se reubicaron en Arizona vinieron de 12 países diferentes. En 2013, los 3.600 refugiados representaban 42 naciones. El conteo de países en estas estadísticas, del Programa de Reasentamiento de Refugiados de Arizona, excluye a los refugiados clasificados como “otros”, lo cual se puede considerar a alguien que es apátrida, o personas categorizadas bajo el Programa de Menores de Refugiados sin Compañía.

La reputación de Tucson como una ciudad acogedora para los refugiados se remonta por lo menos a una década. En los mediados de los años 80, la mayor parte de los refugiados del estado procedían de países como Rumania, Vietnam, Camboya y Etiopía. Hoy en día, la mayoría está compuesta por iraquíes, afganos, somalíes y cubanos. El cambio se refleja en la inestabilidad que se filtra a diferentes partes del mundo, dijo Shipman.

“Estamos en el proceso de responder a las crisis”, dijo Shipman. Y últimamente, parece que hay mucho más crisis.

Debido a la guerra de Vietnam y la disolución de la URSS, la mayoría de los refugiados de Arizona en los años 80 y 90 vinieron de esas partes del mundo. En cierto modo, el reasentamiento era más manejable en aquel entonces porque la mayor parte de los refugiados venían de un menor número de regiones, y las agencias en Arizona se enfocaban en familiarizarse con ellos, dijo Shipman. Como las tendencias en el reasentamiento de refugiados fueron tomando un giro más global, las organizaciones locales tuvieron que adaptarse a las necesidades específicas de más comunidades.

Por ejemplo, un refugiado vietnamita puede preferir adherirse a las prácticas médicas tradicionales en lugar de adoptar la medicina occidental, o un iraquí que está bien educado puede tener una aversión fuerte para aceptar un trabajo de poca paga en comparación a refugiados que han ocupado puestos de trabajo de baja categoría durante todas su vidas.

Un somalí puede tener más dificultad en ajustarse en una comunidad sin una mezquita cercana, y otros refugiados se enfrentan a retos adicionales al aprender inglés que los que provienen de países donde el idioma es más predominante.

Shipman dijo que las agencias nacionales tratan de evaluar a cuáles ciudades se ajustarán mejor los refugiados antes de mandarlos ahí.

Ferdinand Lossavi Lossou, quien dirige el programa de Servicios Comunitarios Católicos de reasentamiento del sur de Arizona Inc., dijo que cree que los datos son ciertos, tomando en cuenta que en los últimos años la comunidad de refugiados con la que trabajan se ha diversificado más.

“Sin embargo, todos los refugiados tienen necesidades comunes”, dijo.

Servicios de Comunidad Católica ayuda a los refugiados con la vivienda, el manejo de casos, y el aprendizaje de inglés. En un campo de trabajo donde siempre hay un presupuesto ajustado, él dijo que el financiamiento para su organización, es un reto más difícil que adaptarse a las diversas necesidades de las personas a las que atienden.

En la actualidad, el número de refugiados a la cual los Servicios de Comunidad Católica ayudan, se ha duplicado de 150 en 2003 a 300. Dijo que aunque los fondos federales para su organización han aumentado en la última década, todavía se necesita más dinero.

Abdi Abdi, director ejecutivo de de la organización sin fines de lucro Horizontes para las familias de refugiados, dijo que su organización se enorgullece de ser un lugar donde “los refugiados ayudan a los refugiados.” La mayor parte de su junta de gobierno son los refugiados, ya sean refugiados actuales o anteriores.

Abdi tenía 8 años cuando la guerra civil de Somalia desplazó a su familia a un campo de refugiados de Kenia. Allí aprendió a hablar inglés, y fue trasladado a los EE.UU. 12 años después. Se convirtió en un trabajador social dentro de los 10 días de haber llegado, y en 2004, ayudó a fundar la Asociación Bantú Somalia en Tucson. Tomando en cuenta los datos demográficos cambiantes de la comunidad de refugiados de Tucson, la organización cambió su nombre por el de Horizontes para Familias Refugiadas hace varios años.

Hoy, Horizontes atiende a más de 2.000 personas al año, ayudando con todo, desde el proceso de inmigración, hasta la búsqueda de empleo, dijo Abdi. Agregó que todavía se siente agradecido a los trabajadores humanitarios que le ayudaron en el campo de refugiados de hace muchos años.

“Yo sé donde he estado”, dijo Abdi. “Me echaron la mano, y ahora es mi responsabilidad de devolver el favor”.

En diciembre se celebrará el sexto aniversario de Ezadeen Naji en Tucson. Llegó de Irak en 2008, y se ha graduado de la preparatoria Palo Verde. Dijo que adaptarse a un estilo de vida radicalmente diferente era el aspecto más desafiante de su reasentamiento.

Su padre, un ex profesor universitario en Bagdad, ahora trabaja en Target.

“Es muy difícil. Quiero decir, nadie quiere ser forzado a salir de su país”, dijo Naji. “Pero Alhamdulilah (Alabado sea Dios), me siento afortunado de estar aquí. Las personas en Tucson son muy amables”.

La mezquita a la cual asiste, refleja las tendencias actuales del reasentamiento. Kamel Didan, vicepresidente del Centro Islámico de Tucson, dijo que cientos de refugiados iraquíes y somalíes se han convertido en miembros de la congregación en los últimos 10 años. Dijo que un gran número de estas personas son viudas y niños.

Didan dijo que a pesar de que su seguridad física está mucho mejor en comparación a la de su países de origen, muchos todavía luchan por encontrar trabajo, pagar las cuentas, y recuperar cierto semblante de normalidad. Dijo que sus esperanzas están en que los niños refugiados adquieran una educación.

Kristjan Laumets, director de John B. Wright Primaria, estima que un 25 por ciento de sus estudiantes son refugiados.

“El otro día me senté en una mesa con niños de 4 continentes diferentes”, dijo Laumets.

Dijo que no sólo los niños tienen asegurado un mejor futuro que el que tuvieron sus padres, sino que también sirven como símbolos de la perseverancia a sus compañeros de clase.

Hoy, Naji estudia ingeniería electrónica en la Universidad de Arizona. Tiene la esperanza de regresar a Irak algún día, y utilizar su conjunto de habilidades para mejorar la zona en la que nació.

“Siempre pienso en eso”, dijo. “Nunca puedes olvidarte de tu hogar”.

Amer Taleb es un reportero de Arizona Sonora News, un servicio de la escuela del periodismo en La Universidad de Arizona. Se puede contactar a Amer vía correo electrónico en amert@email.arizona.edu

Traducido por Andrea Castillo / Editado por Mariah Chloe Swickard

 

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