Traducido por Javier Aispuro.
Viajar en tren en Yuma con una caja con huesos en sus manos, G.W. Chapman hizo lo que muchos creyeron sacrílego. Vació una caja enorme llena de huesos de inmigrantes chinos en el río Colorado.
Era un día cálido en 1882 y “Old Chap”, el mensajero expreso y empleado de correos de Tombstone, había prometido a sus familiares que cumpliría con su tradición cultural de devolver sus huesos a su tierra natal.
Su violación de la tradición cultural fue uno de los muchos incidentes en todo Arizona en el cual los chinos fueron tratados como ciudadanos de segunda clase.
Los chinos llegaron por primera vez a los Estados Unidos en grandes cantidades en el siglo XIX y ayudaron a modernizar los Estados Unidos mediante la construcción de ferrocarriles. Sus costumbres y estilos de vida inquietaban a los anglosajones quienes usaban el poder de la legislación y el odio general para discriminar a los chinos.
En ese día, a Chapman no le pudo haber importado menos la tradición. Al regresar a Tombstone, perdió su trabajo, pero sus fechorías dieron frutos más tarde. Se postuló para ser asesor de la ciudad de Tombstone y el periódico local dijo que el que tira los huesos insultó a la comunidad china del área. Se tomo poco tiempo para contestar: “Sí, tire a los malditos chinos al río; y si lo tuviera que hacer de nuevo, arrojaría a cada maldito chino que venga a Arizona, vivo o muerto, en el río Colorado.”
Ganó la mayoría mas grande de cualquier persona en la historia de Tombstone.
El historiador emérito de Tombstone, Ben Traywick, dijo que la historia de Old Chap fue uno de los muchos incidentes documentados en el registro histórico de racismo contra los chinos.
Contrario de lo que la gente pueda creer, el racismo no estaba reservado para los afroamericanos, nativo americanos e hispanos.
La gran afluencia de chinos- mas hombres que mujeres- llegaron al área de Tucson en los años 80, con la construcción del Ferrocarril del Pacifico Sur, según Julia Arriola, conservadora del museo de Arizona History Museum.
Los chinos trabajaban por salarios bajos, de acuerdo con Arriola, y también estaban dispuestos a realizar trabajos de alto riesgo como la construcción de ferrocarriles. Hicieron progreso en ajustarse a las formas de la frontera occidental y, a pesar de estar segregados, se adaptaron al estilo de vida estadounidense, escribió Lawrence Michael Fong en un artículo de 1980 en The Journal of Arizona History.
A pesar de esto, los chinos todavía se enfrentaron con oposición.
A nivel nacional, la Ley de Exclusión de China de 1882 permitía el rechazo de todos los ciudadanos del país, excepto los diplomáticos, a quienes se requería un certificado de su gobierno. Esta ley expiró en 1892, pero fue prorrogada por otros 10 años por la Ley Geary de 1892, de acuerdo con Fong.
En Arizona, la Ley de Mestizaje de 1901 prohíbe a los inmigrantes chinos casarse con alguien fuera de su etnicidad.
La hostilidad racial contra los chinos a menudo les impidió tomar algún trabajo en la minería y manufacturación, y se vieron obligados a tomar trabajos en restaurantes, granjas y lavanderías, Andrea Pugsly escribió en un artículo de 2003 en el Journal of Arizona History.
Traywick describió muchas empresas chinas pequeñas, incluida la Lavandería Bird Cage, dirigida por Sam Hing. Otra, Yee Yee, quien tenía seis dedos en cada mano, también tenía una lavandería en la ciudad.
Quong Gee Kee dirigía un restaurante en Tombstone llamado “Can-Can”, que servía desayuno que consistía en “bistec y patatas, jamón y frijoles, y con frecuencia huevos y café”, escribió Traywick.
Aunque los chinos se establecieron en la comunidad, el sentimiento negativo hacia ellos todavía estaba presente.
“Fueron rechazados un poco porque se veían totalmente diferentes, con un lenguaje totalmente diferente y se vestían de manera diferente”, dijo Arriola.
Los chinos creían que “las flores de melocotón les daban una vida longeva y que las flores de narciso blanco significaban buena fortuna”, escribió Traywick. Los blancos no podían entender el hecho de que a los hombres chinos les gustaba la práctica de los pies vendados en sus mujeres.
Traywick escribió que los chinos de Tombstone guardaban su distancia y eran muy frugales. “No gastaban nada a excepción de las necesidades básicas de la vida”, escribió. Además, cuando gastaban el dinero, iba hacia otros chinos. Esta práctica generó resentimiento contra ellos.
Otras ciudades de Arizona hicieron campaña contra los chinos, incluyendo Jerome, donde los editores de periódicos se quejaban de que los inmigrantes no apoyaban a los negocios locales, según Kathryn Reisdorfer en un artículo del 2003 en The Journal of Arizona History.
Bill Adams, editor de Jerome, escribió que “25 o 35 chinos que residian en Jerome no compran tanta ropa de vestir en Jerome como tres hombres anglosajones que viven aquí”. El editor predijo que, si los chinos se fueran de Jerome, “dejaría espacio para al menos 50 personas anglosajonas que gastarían su dinero en casa, lo que aumentaría los negocios locales en gran medida”.
Dicha retórica antiinmigrante llevó a muchos chinos a huir de Arizona.
Pero no todos se fueron. Una mujer llamada China Mary vivió en Tombstone hasta que murió.
“Ella era la soberana absoluta de Tombstone’s Hoptown (sección china de Tombstone) y de todos sus habitantes, no solo los gobernaba, sino que prácticamente los poseía en cuerpo, vida y alma”, escribió Traywick, “su palabra y sus decisiones fueron leyes indiscutibles, y ninguno se atrevió a desobedecer”.
Era muy raro que una mujer tuviera un puesto así en el oeste americano, pero más aún para China Mary porque era china.
La mayor parte de la cocina, el lavado, la jardinería y las tareas domésticas eran obra de los chinos en Tombstone, y la ciudad se dio cuenta de que “ningún oriental podía ser contratado para ningún trabajo excepto a través de China Mary”, escribió Traywick.
Los chinos no querían hablar con los anglosajones. China Mary “no se asoció con personas que no son chinas. No creo que ninguno de ellos lo haya hecho “, escribió Traywick.
Si alguien en la ciudad quería contratar a una sirvienta, una criada, una lavandera, incluso una prostituta china, tenían que hablar con China Mary para negociar, escribió Traywick. Ella garantizaba la honestidad y disposición de los trabajadores para trabajar, y se aseguraba de que su trabajo fuera satisfactorio.
China Mary también actuó como proveedora de todos los fumaderos de opio y las niñas de luz roja, según Traywick.
Ella tuvo influencia sobre múltiples negocios en Tombstone y fue muy querida y respetada por la mayoría de las personas. Traywick escribió que China Mary nunca rechazó a las personas que estaban enfermas, heridas o hambrientas.
Tras su muerte, China Mary fue uno de los pocos chinos de Tombstone que eligió ser enterrado en Boothill, en lugar de ser enviada de regreso a China.
Según Traywick, los chinos tenían libertad en Tombstone porque tenían dinero, guardaban su distancia y se defendían cuando la ciudad intentaba expulsarlos.
“Estoy seguro de que si estuviera allí (en ese momento), habría sido amigo de ellos”, manifestó Traywick.
A pesar de todo el odio hacia ellos, algunos chinos soportaron estar dentro de Arizona.
Continuaron creciendo en el negocio de comercio como supermercados y tiendas de abarrotes. En Tucson, según Arriola, había 70 supermercados operados por chinos en 1908, y esa cantidad aumento a 114 tiendas en 1950.
Se establecieron en vecindarios principalmente mexicanos y vendieron productos en las calles, dando vueltas en vagones desvencijados, dijo Arriola.
El padre de Allen Lew comenzó una tienda de abarrotes en Tucson en la década de 1940 llamada “Joe’s Super Market” en Main Street. Hoy, Allen Lew es presidente de la Asociación China de Tucson.
“Era una tienda bastante pequeña y no se tenía que vender mucho porque no había tantas opciones en ese momento”, dijo Lew.
Patsy Lee, de 65 años, una maestra jubilada en el Distrito Escolar Unificado de Tucson también tuvo un padre que abrió su propia tienda de abarrotes en Tucson alrededor de 1949 llamado “Tienda de abarrotes de Alan”. Lew y Lee dijeron que las tiendas de abarrotes chinas eran lucrativas en ese momento porque permitirían crédito a las familias que no podían pagar sus compras en ese momento.
“Ayudamos a estas personas y ayudamos a sus familias a sobrevivir”, expreso Lew.
En las décadas de 1950 y 1960, mientras Lee crecía, dijo que la discriminación contra los chinos no era tan flagrante, sino sutil. “Los asiáticos son el grupo minoritario favorito del hombre anglosajona”, dijo.
Deborah Lee es una reportera para Arizona Sonora News, un servicio de la escuela de periodismo de la Universidad de Arizona. La puede contactar en deborahlee@email.arizona.edu